Entrevistas
Preguntas reincidentes
Autor: Paralelo Colectivo
Biografía
Entrevista 06
11 Julio 2015
Quinta BALLINA
PC: Paralelo Colectivo
JMF: Juan Martín Flores
|PC| Bueno Juan, la idea de la entrevista es conocer la parte más personal y humana del arquitecto y no tanto la laboral, la de los proyectos y concursos que es la más conocida. Podemos empezar por tu infancia, tu primera casa… ¿Cómo relacionás eso con la arquitectura?
|JMF| Es una pregunta compleja porque tuve que recordar un montón de cosas, de épocas, pensar esto de cómo uno puede relacionar la infancia con la arquitectura… En realidad yo no encuentro la respuesta, simplemente es, por ahí, la construcción de un paisaje. Uno puede rememorar cosas que pasó en la infancia a partir de lo que le pasa ahora en el presente. Mi familia viene del campo pero, de alguna forma, es de la ciudad. Yo recuerdo esos encuentros en el campo, en las casas de campo, el vivir en el espacio exterior. Eso, la verdad, cuando lo pienso ahora ya de mucho más grande, me doy cuenta de que ha condimentado mucho la forma de entender una vivienda o el vivir un espacio a partir de esa experiencia exterior. Pero tal vez no es una relación que se dé directamente a partir de que yo cuando tenía cuatro años dibujé una casa, ¿se entiende? Es como que vienen llegando a partir de la construcción de ciertos paisajes, de ciertas carencias y ciertos lugares que a uno lo han marcado muy fuertemente y que uno le da mucho valor en la construcción de la identidad. Desde ese punto de vista, me acuerdo del barrio Meridiano V, donde fui a primer grado. Recuerdo esas calles empedradas… También, después, estuve en otros colegios, en el 84, en el Industrial… Básicamente, esa relación yo creo que tiene que ver justamente con esa construcción de un paisaje, de un lugar… en donde, tal vez, yo no sabía que iba a ser esto de mi vida… la verdad que jamás lo había pensado.
|PC| Era inconsciente…
|JMF| Totalmente. Yo creo que fue totalmente espontaneo y se fue dando, una cosa llevó a la otra. Es interesante porque hay un montón de cosas, que a medida que vayamos avanzando en este espacio de entrevista que ustedes están haciendo que es bastante interesante, de las que uno puede sacar como cuentas de por qué uno se encuentra en el lugar que se encuentra. Cuando yo leía estas intenciones del temario que me dieron, me acordaba de lo que dice Clorindo Testa, que el a los 4 años dibujaba en la casa… bueno, a mí eso no me pasaba. O tal vez sí, pero una casa para mí era tan importante como otra cosa. Pero porque me parece que tiene que ver con que uno no puede saber lo que le va a pasar dentro de tantos años. Uno vive el presente, o por lo menos es la forma en la que yo lo llevo adelante, y a partir de ese presente va construyendo su futuro. Es imposible tener esa cuestión anterior para entender lo que le pasa ahora. Por lo menos en mí se fue dando espontáneamente.
|PC| ¿Tu casa era en el barrio Meridiano V?
|JMF| Yo vivía en una casa que no estaba en Meridiano V, estaba cerca, en lo que hoy es la primera periferia. Me acuerdo que yo iba caminando a la escuela donde hice el primer grado y después me mudé, no muy lejos de Meridiano V, a Villa Elvira, a donde empecé a ir a la Escuela 84 que también quedaba por ahí. Antes se acostumbraba que los padres buscaran sus viviendas cerca del lugar donde estudiaban los hijos… hoy es totalmente diferente, todos viven lejos de los colegios. Es interesante porque existían los barrios, había límites. Yo me acuerdo de que la calle 7 era un límite y la calle 13 era otro límite. Estaba la banda del barrio entre 7 y 13 y entre 72 y 76 y después cambiaba como de banda (risas), era otra zona. Era interesante porque uno conocía a todo el mundo, los compañeros eran también sus vecinos. Hoy en día se ha perdido mucho ese tejido, esa construcción social. También puede tener que ver con que la escuela pública ha bajado mucho en relación a lo que es la educación privada, lamentablemente es así…
|PC| Y cuando fuiste creciendo… ¿cómo fue la decisión sobre la carrera y el ingreso a la facultad?
|JMF| Vamos por partes (risas). Yo vengo de una familia en donde yo soy parte de la primera línea de profesionales. Mis primos son profesionales, pero el resto de mi familia siempre fue de trabajadores. Principalmente mis abuelos, mis bisabuelos, que eran del campo. Mis padres vinieron a la ciudad, en toda la conocida relación campo – ciudad, para buscar otro tipo de oportunidades, pero siempre fueron personas que se ganaron la vida trabajando. Tuvieron esta cuestión de ‘’mi hijo va a estudiar en la Universidad’’ y lo lograron de alguna forma… yo, un poco, soy producto de esa idea. Después de la escuela yo me metí en un industrial, que también quedaba en el barrio. Ahí me di cuenta de que me gustaba dibujar, que el dibujo me parecía interesante y podía estar horas dibujando. Naturalmente, me metí en construcciones. Ese es otro tema que es paralelo, que tiene que ver con que, por lo menos en mi caso, si bien tuve una educación en relación a lo que es un maestro mayor de obras, cuando entré en la facultad me explotó la cabeza. Todas las reglas con las cuales yo había trabajado en el Industrial, eran totalmente diferentes en la Universidad, eran como blanco y negro. Entonces, en ese sentido, fue como retroceder un montón para entender qué era lo que tenía que hacer en la Facultad de Arquitectura. Tuve que desaprender lo aprendido para volver a aprender o poder construir algo propio. En el Industrial hacíamos proyectos, generábamos proyectos con ciertas funciones y ciertas medidas, pero éramos estilistas. Viste cuando vas a la peluquería y decís ‘’Haceme un jopo’… bueno, éramos así. Decíamos ‘‘’esta casa la vamos a hacer ‘’estilo tanto’’, esta ‘’estilo tal’’ ‘. Pero no se pensaba en el espacio. Entonces, fue una cosa importante desde todo punto de vista, porque cuando entendí qué era, abrí una puerta totalmente desconocida hasta ese momento y me di cuenta de que ese era el camino y fue súper interesante para mi vida. Fue como una revolución, una vivencia que me transformó. Cuando yo estaba estudiando en el Industrial tenía un amigo que era constructor, porque su padre era constructor. Y yo, como era muy amigo de él, me llevó a trabajar con él. Empecé a trabajar en obra y estuve ahí como 2 años y medio, antes de entrar a la Facultad de Arquitectura. Por esta cuestión típica de encontrar un trabajo, salir, tener tu propia plata…
|PC| ¿Todavía sin saber que ibas a estudiar arquitectura?
|JMF| ¡Sí! Y es interesante porque, naturalmente, todas esas herramientas de lo que significa una obra, todas esas cuestiones, tal vez ya las tenía incorporadas. Un nivel, la plomada, el replanteo… cuestiones básicas que quizás una persona que viene de un Bachiller no tiene ni idea. Sin embargo, por ahí los chicos que vienen de un Bachiller tienen una frescura para pensar las cosas, porque justamente no están agarrados de nada. Pero esto excedía esa cuestión porque tenía que ver con una experiencia de la vida que fue muy interesante. Incluso, acá cerca (en 494 y 13, una esquina) hay una de las casas en las que trabajé, que estuve como 1 año, cuando tenía 15 o 16 años… Y después, por las cuestiones de estar en el Industrial, la mayoría decidía empezar a estudiar arquitectura. Así que nos metimos la mitad en arquitectura y no sé por qué me metí en el taller de Almeida (Daniel Almeida Curth) y fue genial, porque era como la persona distinta. Yo no entendía mucho. Hoy trataba de decir cómo uno puede generar una igualdad a partir de la persona con un significado. Para mí Almeida era una persona plástica, él me enseñó el procedimiento que aplicaban en la Bauhaus, me enseñó a entender cuál es el orden, el equilibrio, los desequilibrios, lo simétrico, lo asimétrico… poder empezar a entender qué significa la composición en la arquitectura antes de ver un programa, cuestión que fue súper interesante porque nos hizo pensar sin tener que aprender cosas que pareciera que en la facultad son necesarias (que un edificio tiene que sostenerse, que un edificio tiene que poder funcionar, que la puerta tiene que abrir), que en algún momento, obviamente, las tenés que aprender, pero hay cosas que hacen a la arquitectura que son trascendentales y no tienen una respuesta. Tienen respuestas de a momentos, tal vez en relación a determinados resultados, pero después rápidamente vuelven a ser preguntas. Es increíble eso de la arquitectura y por eso es un arte (está catalogada dentro de las artes). Nosotros, en la facultad, después de ese primer año que fue bastante rabioso, en el sentido de que estábamos en primer año pero sentíamos que lo que pensábamos valía un montón y no era sólo poder aprobar y pasar de año, sino que estábamos seguros de que teníamos algo para decir. Y eso nos motivó para adentrarnos en la carrera de otra forma, poder visualizar, ‘busquemos a los docentes, no nos quedemos en una misma cátedra’. El cambio fue siempre nuestra consigna principal, el motor para trabajar en la facultad. Entonces, de Almeida nos fuimos a Penedo. Recuerdo que en ese momento hubo concurso de profesores, creo que fue en el año 98, y entraron las cátedras de Penedo y de Gonzalez. Y Penedo traía como esa cosa de Buenos Aires, con otra escala de arquitectura, que me parecía interesante. Ahí, casualmente, conocí a los que ahora son mis socios: Gabriel Martinez y Enrique Speroni. Gabriel fue docente mío en tercer año y Enrique estaba como docente en primer año, pero no fue mi docente. En cuarto año ya se había generado onda con ellos, había un ida y vuelta, y yo los utilizaba un poco de tutores. En tercer año yo hice mi primer concurso, un concurso que salió desde el Colegio de Arquitectos para hacer una vivienda unifamiliar en la plaza que queda en 19 y 66 (Plaza Sarmiento). Lo hice con Guillermo Rolón, que después no se recibió, como una prueba… ¡y lo ganamos! Fue como una cosa rarísima, porque no sabíamos muy bien por qué. Incluso, cuando fui a la facultad, Penedo pidió que todos me felicitaran, todos me aplaudieron y yo pensé ‘’Wow ¡esto es lo mío!’’ (risas). Me encantó la experiencia, fue una cosa muy linda que me pasó, un reconocimiento a una edad muy temprana, imaginate que yo estaba en tercer año… Todas esas cosas me parece que son importantes cuando alguien está estudiando, porque le da herramientas y elementos para poder fortalecer lo que piensa y que pueda tener valor. Otra anécdota muy interesante, que me pasó en cuarto año, fue que se hizo un ejercicio de realizar una vivienda medio experimental en el que nos daban un lote que medía 20 metros de ancho y 8 de fondo, la situación al revés de la típica. Yo hice una casa en la que había planteado que tenía que funcionar como un hotel, porque los chicos cuando llegan a una determinada edad se van, porque no encuentran su espacio propio. Yo había determinado que la casa tenía que tener muchas puertas y la llamé ‘’The doors’’, un poco simulando a la banda. Cuestión que a mi docente mucho no le gustó y parecía que me querían bajar. Después me contó Enrique (Speroni) que se puso del lado de mi proyecto defendiéndolo, incluso habló con Penedo, y Penedo determinó que el proyecto estaba muy bien y pude seguir adelante. Y él (Enrique) me invitó a dar una charla sobre ese proyecto en su año (primer año). Por eso digo que estas cosas te marcan mucho, vos fijate que ellos ahora son mis socios y te estoy hablando de algo que pasó hace más o menos 15 años. Y hoy seguimos trabajando juntos, es una locura pero es así. En ese momento, seguramente, ellos me veían como ‘’el estudiante’’ y hoy somos pares en el mismo estudio. Después de ahí, en 4to año con la cabeza más inquieta que nunca y ya con ciertas cosas en la valija, lo fuimos a buscar a Pablo Szelagowski. En ese momento era la cátedra de Azpiazu y todo el mundo la evadía por esto que hablábamos hoy de que era una cátedra ‘’muy dura’’. Ahora, haciendo las cuentas de la facultad, me doy cuenta de que en realidad es uno el que hace la facultad, no las cátedras. Las cátedras, obviamente, te pueden marcar, bajar una línea, mostrar qué hacer y qué no, pero depende de uno… Me parece que es uno el que tiene todos esos elementos para poder decidir si llevarlos a un exponente muy amplio o hacer lo mínimo. Y en ese sentido es muy importante poder variar, ver, poder generar un cambio, porque lo interesante de eso era que todo el tiempo nos teníamos que poner a prueba. Me acuerdo de cuando fuimos a hablar con Pablo para decirle que queríamos estar con él. En el primer intercambio es como que te estás exponiendo y estás diciendo ‘’Mirá, yo pienso esto ¿vos qué pensás sobre lo que yo te estoy diciendo?’’ Porque si te quedás en la misma cátedra ya sabés qué es lo que van a hacer, cómo piensan, por dónde va la idea… y está bien también, es un camino. Pero el otro camino es más dificultoso, es el zigzagueante, pero tal vez es el más interesante. Yo a Pablo (Szelagowski) lo defino como ‘’La Teoría’’. De alguna forma nos permitió ver cosas teóricas que nos abrieron otros caminos y potenciaron otro tipo de discursos. Y después en sexto año nos pasamos a la cátedra de Alberto Sbarra, que en ese momento estaba con Enrique Bares, que prácticamente ese año, les voy a decir la verdad, casi no fuimos (risas). Fuimos dos clases y después nos encerramos a trabajar. Éramos cuatro, estaba con Ariel Perez, Pablo Nuñez y con Lucas Gramillo. Hicimos un libro, una exposición, realmente nos dio la posibilidad de creer que lo que estábamos pensando lo podíamos hacer. Fue interesantísimo. Lo que me dejó esa cátedra fue la idea del proyecto – ciudad, la idea de entender que la arquitectura puede hacer ciudad. Ellos tienen una formación que viene de los 60, ideas más utópicas, con momentos de la Argentina políticos y sociales muy importantes, con un gran peso, en el que había que ejercer la profesión y plantear ideas. Igualmente, todo eso hoy lo sigo viviendo porque lo veo en la facultad y en el estudio. Nosotros hemos hecho varios trabajos con Alberto y estuve en la cátedra de Enrique y es genial, son personas muy importantes y muy buenas.
|PC| ¿Cómo fueron tus primeros pasos como docente? ¿Cómo decidiste empezar ese camino?
|JMF| No lo tenía pensado. La verdad es que más que la decisión de hacer docencia fue que cuando terminé la facultad tuve la necesidad de hacer todo a la vez. No sé por qué, fue rarísimo. Creo que lo más difícil de la profesión es encontrar un lugar. Una vez que lo encontrás no saques el pie del acelerador, me parece que es una de las claves. Cuando estaba a finales de quinto o principios de sexto yo había presentado un dibujo para un concurso y lo gané, era un viaje a Europa. Así que fui a Europa y presenté los papeles para entrar a la ETSAB (Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona) ¡Imaginate! Iba a estar con Josep Maria Montaner. Venía todo bien, me aceptaron. Justo fue la crisis del 2001, que explotó todo y no pude ir por cuestiones económicas. Después me recibí y quise seguir estudiando, así que me anoté en la Maestría de Diseño Arquitectónico Avanzado que dirige Justo Solsona en la UBA, que todavía no terminé (estoy haciendo la Tesis ahora) porque después sucedieron varias cosas buenas desde el punto de vista laboral que hicieron que fuera poniéndole un freno al tema del estudio. Me recibí en el 2004 y creo que al año siguiente salió el concurso del Anexo de Diputados. Yo estaba con Enrique y Gabriel, lo hicimos y lo ganamos. Eso, un poco, me inspiró para presentarme y poder entrar en el ámbito de la facultad de una forma más no sé si simple, pero más rápida. En definitiva yo di el concurso y quedé en dos cátedras: en la de Enrique Bares y en la de Azpiazu. Ahí empecé mis armas, por así decirlo, en los temas de la docencia. En Bares me dieron 3er año ¡y yo nunca había sido docente!… fue todo un aprendizaje. Es muy linda la docencia, la verdad es que me gusta mucho, hay mucho para hablar de eso, hay mucho para comunicar. Fue una experiencia interesante. Ya hace 8 años… después fui Jefe de Trabajos Prácticos. El año pasado me presenté junto con Oscar Loreti y Fernando Cynowiec para dar el concurso de cátedras. Con esto quiero decir que hay una carrera posible dentro de la facultad, hay una carrera docente interesante para hacer… es un crecimiento, me parece que uno nunca puede ir para atrás, siempre debe ir para adelante, sino medio que te ahogás en vos mismo. Esa fue un poco la experiencia de cómo ingresé al sistema educativo. Y ahora, por suerte, a partir del conocimiento que fui adquiriendo por lo que fui haciendo, el estudio y los resultados, me empezaron a invitar de otros lugares, de la UBA, la Universidad de Palermo o de otras universidades… y hay una vinculación que se genera un poco también con lo que están haciendo ustedes acá, una especie de red de trabajo y de opinión.
|PC| Y a vos, como alumno, ¿te surgió algo que creías que había que cambiar de la facultad y pudiste hacer o plasmar después como docente?
|JMF| Vuelvo a decir el tema del cambio. Nosotros estudiábamos con la revista El Croquis, estaban los Croquis de MVRDV, de Koolhaas, de Zaha Hadid, veíamos toda esa arquitectura que uno hoy la puede definir como lo posmoderno, en el buen sentido. Yo siempre les digo a los chicos que se puede, que uno debe pelear mucho por las ideas que tiene sin avasallarse por las ideas de otro y que la libertad es lo más importante que tiene uno. Desde ese lugar hay que reflexionar y entender el poder que uno tiene para hacer las cosas, pero lo más importante es que a eso hay que darle muchísimo trabajo, preocuparse por los horarios, por el oficio de la arquitectura… Yo creo que el tema de la arquitectura es un tema muy complejo y con una sola cosa no alcanza, sino que tenés que estar en muchos lugares a la vez, entendiendo una gran complejidad, como un mozo con diez platos tratando de sostener y generando un equilibrio. Y además de todo eso, te permite generar cambios. Por lo menos yo lo pienso así, a veces se da en cierta medida y a veces no. Cuando uno piensa en la arquitectura, uno piensa en evolucionar, no en involucionar. Para pensar en evolucionar, obviamente tenés que conocer mucho para tener ese pensamiento, pero es interesante ponerse la meta de decir ‘hagamos algo que sea diferente’. Ese camino es muy interesante para caminar, principalmente en el arte y en la arquitectura. Yo creo que ese mensaje tiene que estar latente tanto cuando uno da clases como cuando uno hace arquitectura.
|PC| Estuvimos viendo el concurso de cátedras que hiciste, en el que hablás mucho del trabajo en equipo y la importancia que eso tiene a la hora de enseñar. De cómo puede esa metodología llevarse a cabo en el taller…
|JMF| Bueno, hoy hablábamos del trabajo colectivo, que para mí cualquier idea individual es superada por la idea colectiva. Es superada con creces sólo por la cuestión de que una idea cuando se posa sobre lo colectivo, propende a pensar en algo que va más allá de lo que uno piensa, que tiene que ver con el bien de todos y no con el bien de uno mismo. Poníamos el ejemplo de Zaha Hadid, que a mí me encanta y me parece muy interesante, pero es la arquitectura de ella y difícilmente uno puede intervenir desde el punto de vista intelectual. La base de la arquitectura hace foco en lo intelectual. Hoy veía en una de las temáticas que ustedes plantearon que tenía que ver con las influencias y yo tenía en mente como una primera frase que es ‘’Todo lo sólido se desvanece en el aire’’ de Marx, que de alguna forma lo relaciono con que lo que se construye, si bien tiene un valor, el valor desaparece porque lo que importa es lo intelectual que generó esa construcción, el concepto o la idea… me parece que ese es el gran valor de la arquitectura y de los arquitectos. Nuestro valor creo que es, fundamentalmente, que nosotros podemos interpretar el espacio, podemos construirlo y podemos, desde una base intelectual, construir la plataforma espacial para este tiempo. Mies decía que la arquitectura, de alguna forma, es la representación espacial de un tiempo, o el espíritu de un tiempo. Yo creo que captar la esencia de ese espíritu y del tiempo es, un poco, el rol del arquitecto, que es difícil y requiere mucho trabajo.
|PC| Y retomando el tema de la importancia del concurso, ¿Qué creés vos sobre la metodología?
|JMF| Nuestra metodología ha sido siempre así, colectiva, y cada uno cumple un rol. Trabajar colectivamente me parece interesante en el sentido de la forma de discusión que se genera sobre las cuestiones, donde hay que ceder cuando alguien tiene una idea mejor que la tuya y tenés que ser generoso. Si bien es interesante también trabajar solo, porque uno puede investigar en lo que está pensando, es muy diferente a trabajar en grupo, donde uno puede profundizar muchísimo y siempre se puede mejorar lo que uno hace. Trabajar colectivamente educa y potencia muchísimo más todo, por lo menos en mi experiencia. Depende, no sólo de las ideas, sino del trabajo que uno le pone a esas ideas.
|PC| Y obliga, de alguna forma, a exponer tus razones, a explicar lo que estás pensando…
|JMF| Sí, tiene que ver con lo que hablábamos hoy de exponerse continuamente, de ponerse a prueba, de hacer valer las ideas, que es un poco lo que pasa en la universidad. Me parece que la universidad hoy es el lugar donde se está construyendo el futuro, donde se discute acerca de cómo debemos vivir o hacia dónde debemos plantear nuestras ideas. Es el lugar de debate, el lugar donde nos podemos encontrar, sobre todo en una época de muchísima fragmentación e individualismo, la universidad es una institución que nos entiende colectivamente. Sobre todo en nuestro caso que estamos en una pública y gratuita, es un valor que debemos aprovechar. En mi caso particular, la práctica profesional ha surgido siempre a partir del concurso. Yo tengo una sola obra hecha para un cliente. Todo lo demás han sido concursos, participamos en más de 70 entre nacionales e internacionales, provinciales, de distintos tamaños, distintos programas… Lo más común, cuando uno sale de la facultad, es hacer la ampliación de tu tía, hacer un quincho… A mí me tocó, como decía hoy, hacer el Anexo de diputados, un edificio de 9 mil metros2. Esa experiencia de hacer un edificio público de ese tamaño, en una parte de la ciudad tan importante y después de 3 años de eso hacer tu primera casa es una situación rara, pero que pone de manifiesto que el trabajo colectivo, el trabajo en estudio, está por encima de todo lo demás. Y también es interesante, por lo menos en nuestro caso, como se ha dado la cuestión colectiva porque no somos todos de la misma edad, sino que mis socios son de otra generación y tienen otros referentes, otra universidad, otro país, otro todo… Entonces, en la conjunción de intereses y de valores se hace súper interesante el tire y afloje de las ideas y la energía que se crea. Ese es, un poco, el secreto del estudio. Sino, como decía hoy, es muy difícil poder construir individualmente todo. Ponía el ejemplo de OMA, de Koolhaas, que de alguna forma trabaja en esta lógica de estudio donde cada uno cumple su rol, cada uno tiene un lugar…
|PC| El mercado tiene una necesidad de tener una imagen, que no te permite formar un colectivo…
|JMF| Sí, tal cual. En la tapa del diario salen las estrellas, pero hay que tomarlo con pinzas. Me parece que hoy la publicidad y los diarios piden títulos. Es una lógica, cuando vos hablás con un periodista te das cuenta de que tiene esas lógicas y hay que entenderlas. En nuestro caso, el nombre de nuestro estudio se compone con las tres iniciales de cada uno de nosotros y tratamos de llevar adelante esa identidad. Es interesante lo que se da en el tiempo con este tipo de ideas. No sólo lo que está pasa en el momento sino lo que se va construyendo a medida del trabajo continuo, que me parece que es la clave de esto. Está bueno poder andar por acá, por allá, trabajar con alguien que te interese y después poder ver todo lo que llegaste a construir.
|PC| Hoy nos contabas que tuvieron que hacer un proyecto a partir de una película, ¿nos contás un poco más cómo fue?
|JMF| Sí, nos presentamos con Daniela Ferlan, que hizo la película ‘’Invisible’’. Yo tenía ganas de hacer algo con relación al cine porque un poco habíamos trabajado con eso en la propuesta de la cátedra que tenía que ver con cómo generar el proyecto a partir de mirar una película. El proceso era: mirar una película, encontrar un concepto a partir de la película y generar una teoría para el proyecto. Lo interesante era que la forma de hacer el proyecto era como la película francesa ‘’Irreversible’’ de Gaspar Noé del año 2002, en la que lo particular de la misma es que está contada al revés: empieza con el final y termina con el principio. El significado de la película cambia en relación a la estructura. Nosotros pensábamos ’qué interesante podría ser esto en un ejercicio de proyecto’. ¿Qué es lo primero que te dan cuando hacés un ejercicio proyectual? El lugar. En esta experiencia el lugar es lo último que aparece. Un poco la idea es que aparezca de sorpresa como los datos con los que lo vas a desarrollar. Para empezar el ejercicio hay que crear un espacio sin conocimiento del terreno. Eso es como dejarte en el desierto y decirte ’creá’. Bueno, ese salto al vacío parecía interesante para construir una visión que dependa mucho de lo que uno está buscando. Como esta materia optativa también se va a dar en el ciclo superior, parecía interesante instalar algo así dentro de la facultad. Entonces, la idea de esta materia que tiene que ver con la arquitectura es cómo generar el proyecto a partir de una visión de otro tipo de arte como es el cine.
|PC| ¿Pudiste aplicar eso en alguna obra tuya?
|JMF| Es interesante esa pregunta porque uno en la facultad tiene la necesidad de construir un proceso que por ahí nunca lo ha desarrollado pero sí tiene la obligación de generar ese proceso. Y en la profesión quizás pasa algo parecido pero es inconsciente y a veces va mutando. Hay veces que se da esto de que aparece de la nada, por fuerzas extrañas que hacen a la creación, se te ocurre una idea y esa idea resolvió todo el problema. Después, todo lo demás obviamente hace a la construcción del proyecto pero es accesorio porque no cambia la idea. Eso me ha pasado algunas veces. Pero también me ha pasado que la construcción del proyecto se da a partir de ideas que se suman a otras ideas, generando una sumatoria. No hay una ley. A mí me gusta mucho leer a Moneo, que para mí es uno de los grandes teóricos arquitectos de este tiempo, que dice que el concepto de estrategia ha superado al de composición. La estrategia tiene que ver con esto de las guerras, rojos contra azules y cuál es la estrategia para lograr ganar. Ese concepto, hoy en día, es más fuerte que el concepto de composición que tiene que ver con cómo componer un plano. Cuando vos ves, por ejemplo, los dibujos de SANAA, o ves la ‘’Casa doble’’ de MVRDV, donde el proyecto es un corte, ahí aparece la estrategia y se separa totalmente de la idea de composición. No es el hecho de definir cada parte del proyecto, sino que tiene que ver con establecer una estrategia clara. Cuando pienso en la arquitectura trato de partir desde esos lugares sin dejarme llevar por las ocurrencias que uno tiene. También aparece la intuición como un elemento importante. Cuando leía lo que ustedes habían escrito, ‘’el lugar de inspiración’’… ¿Cuál es el lugar de inspiración? Todo el tiempo uno está pensando en cómo hacer las cosas, pero generalmente se da en los lugares en donde uno está muy relajado. A mí muchas veces se me ha dado cuando me baño (risas). Cuando te bañás tenés una frescura para pensar las cosas distinta a cuando estás sentado frente a la computadora, que estás ocupado con mucha información. Me gusta ir a correr al bosque, que es una terapia para mí, y es como vivir una realidad paralela. Creo que tiene que ver con lo que planteaba de la física, los universos paralelos, que algunas veces uno no vive en el lugar donde realmente está, sino en el lugar que se está pensando o imaginando: uno habita en mundos paralelos. En ese sentido, es similar al tema del dibujo, que cuando uno dibuja de alguna forma está construyendo el futuro de lo que no está: uno tiene que construir en su cabeza para imaginarse todo un mundo. Hay una película que grafica muy bien este tema, ‘’Origen’’ que trata sobre cómo meterle una idea en la cabeza a alguien a partir de meterse en un sueño profundo, el que se replica y se generan mundos paralelos, creados por una arquitecta, es alucinante. La película muestra que uno coexiste en este mundo pero a partir del mundo que uno mismo genera. De ahí me parece que surgen gran parte de las reflexiones cuando uno hace lo que hace y piensa lo que piensa. Para mí es interesante tener esos lugares donde uno está más relajado para que se puedan dar esos ejercicios de reflexión, que no pasa tanto en el ámbito laboral, donde a veces surgen pero a partir del trabajo mismo. Hay veces que uno no sabe qué hacer y empieza a trabajar y en ese momento empiezan a aparecer ideas que se alimentan de todo lo que uno viene viviendo y viene pensando y mágicamente aparecen chispazos que las hacen surgir. Entonces, ‘’El Origen’’ transmite la posibilidad de que la realidad puede ser paralela. No sé si les pasa, a mí me pasa que algunas veces me pongo a dibujar y no estoy acá, sino que estoy ahí donde quiero estar… Uno puede viajar, puede volar, puede encontrar, puede imaginarse… Está demostrado por la neurociencia que una de las capacidades que tiene el cerebro humano, justamente, es la de poder imaginarse el futuro, de plantear hipótesis, de generar realidades que no existen, para poder ejecutarlas en la ‘’real realidad’’ como dice mi amigo y socio Enrique Speroni.
|PC| Y hablando del dibujo, ¿empezás a proyectar a partir de él?
|JMF| Me encanta dibujar, es algo que practico continuamente. Pienso que en la profundización de lo que uno piensa es necesario saber dibujar y expresarse. El dibujo te motiva, te lleva a lugares y a veces salen cosas maravillosas por la intuición. Pero también creo que no es sólo eso, sino que tiene que haber una base intelectual para poder argumentar y fundamentar esos dibujos. Para proyectar, utilizo lo que haya en la mesa. Me parece que primero surge en la cabeza y después se expande a cualquier herramienta, sea la computadora, una maqueta, un dibujo, una frase, no sé… según lo que uno tenga a mano, pero todo surge en la cabeza.
|PC| Y hablando un poco del estudio, ¿cómo es la metodología de trabajo cuando tienen que hacer un concurso?
|JMF| Bueno, surge un concurso y una vez que tomamos la decisión de hacerlo, nos juntamos y tiramos rápidamente, a priori, algunas cuestiones que nos parecen importantes a tener en cuenta. Después, cada uno se inserta en sí mismo, se mete en su propio mundo y trata de construir una idea. Entonces, se genera como un propio concurso adentro del estudio, que tiene que ver con la cuestión de tratar de construir una objetividad y ser generoso con las ideas del otro. Llega un momento en donde nos juntamos otra vez los tres, ponemos los papeles sobre la mesa y cada uno expone su idea. A partir de ese debate y de ese ateneo de ideas definimos hacia dónde tenemos que ir y empiezan a surgir cosas más concretas. Algunas veces no llegamos a nada o nos damos cuenta de que estamos en el mismo lugar donde empezamos. Generalmente lo hacemos de esa forma, pero puede variar.
|PC| De alguna forma es similar a cómo se lleva adelante el trabajo en la facultad ¿no? Cuando estás trabajando en equipo para llevar adelante un proyecto…
|JMF| Sí, digamos que sí. No hay una mente brillante en el estudio sino que todos aportamos a la idea de ese colectivo, que tiene que ver con tratar de construir. Porque no es fácil tratar de construir una idea desde lo colectivo y que sea clara, entonces, a partir del trabajo y la continuidad tratamos de armar un proceso, que va variando, pero que ya tiene ciertos elementos que le dan continuidad y nos hacen sentir como en casa, por así decirlo…
|PC| ¿Y qué sentís vos en el momento en que terminan un concurso y lo tienen que presentar? ¿Qué sentimientos o sensaciones te genera?
|JMF| Es difícil la pregunta. Si bien hacer concursos es una experiencia interesante, nosotros lo tomamos como una mecánica de trabajo y los hacemos para ganar. Entonces, siempre tendemos a llevar las cosas hacia una visión más objetiva del tema y no enamorarnos de nuestras propias lógicas, para que nos permita llegar a algo que vaya mucho más allá de lo nuestro, planteando una estrategia que involucre a más personas. Desde ese punto de vista uno tiene bien en claro si lo que hizo puede participar, llegando a un piso que le permite entrar al sistema del concurso, o está fuera de las posibilidades. Igualmente es muy relativo. Generalmente, cuando uno está haciendo una entrega, siente mucha adrenalina en muy poco tiempo; pero cuando llega al lugar donde quiere llegar y ve el trabajo realizado, es muy satisfactorio independientemente del premio. El premio es ese: poder haber llegado al lugar donde llegaste con tus ideas. Eso es fascinante.
|PC| Hoy nos contabas que hay chicos que hacen pasantías y los ayudan en los concursos… ¿cómo se manejan?
|JMF| Nosotros, una vez que tenemos algo más o menos definido, vamos generando instancias de profundización de cada proyecto. Entonces, definimos quién trabaja en cada lugar y vamos planteando qué puede hacer cada uno. Todos tienen un papel porque cada uno tiene su forma de interpretar y su fuerte: uno hace buenas imágenes, otro hace buenos esquemas… Hay una búsqueda de tratar de encontrar un producto lo más profesional posible, porque en un concurso uno no está ahí para contarlo sino que los papeles, las imágenes, las plantas, los cortes, el proyecto en general tiene que hablar por uno y tiene que ser muy convincente para poder ganarlo. Se trabaja con mucho profesionalismo y con mucha intensidad. Cualquier parte del concurso es una oportunidad para desarrollar cualquier cosa ya que no hay trabajos menores.
|PC| ¿Y los chicos son de la cátedra de arquitectura en la que estás?
|JMF| Generalmente sí. En las cátedras de arquitectura en las que estoy voy generando una relación y una empatía con los chicos, recíproca porque ellos ven el trabajo que hacemos en el estudio y se quieren sumar a hacer algún tipo de experiencia. Y después siguen haciendo su carrera haciendo sus propios estudios, o se van a otro estudio, o consiguen un trabajo…
|PC| Entonces son todos estudiantes de arquitectura… ¿Participa alguien de otra disciplina u otra orientación?
|JMF| No, pero nosotros ahora estamos compartiendo el estudio con Jaquelina Abraham, que es artista plástica y hace arte urbano. Se está dando una energía muy interesante porque ella hace arte y nosotros arquitectura y se generan continuamente discusiones acerca de qué significan las cosas. No necesariamente porque alguien trabaje en algo específico se da la relación, sino que a veces, por tener a alguien al lado que está escuchando lo que nosotros hacemos y nosotros estamos ahí viendo lo que ella hace, se genera un ambiente de trabajo donde se da la interdisciplina. A veces lo más interesante surge en la profundidad de la conversación.
|PC| ¿Cuál creés que es la metodología de tu proceso proyectual (o el del estudio) y qué importancia tiene la forma? ¿Cómo llegan al resultado formal?
|JMF| Yo creo que hay una metodología pero no la sabemos, la vamos encontrando en cada proyecto. No tenemos un librito que dice ‘Paso 1: pensar. Paso 2: ejercer ese pensamiento sobre el cartón.’ No, se va dando intuitiva y espontáneamente. Pero sí lo que sabemos es hacia dónde queremos ir y qué tipo de cosas queremos hacer. Para nosotros la arquitectura ES, independientemente de todo. No depende de lo que vaya a funcionar dentro de ese edificio, sino que la arquitectura tiene que ser por sí misma. Hay cuestiones que tienen que ver con el espacio, con la luz, con las dimensiones, con las proporciones, que hacen a esa complejidad y que van muchísimo más allá de lo demás. Hay una cuestión previa que te hace pensar y reflexionar acerca de lo que estás buscando. Con respecto a la forma, Chillida decía que el ángulo que a él le gustaba era el de 90 grados y por eso no lo ponía nunca, sino que lo ponía una sola vez. Si vos ves sus obras, te das cuenta de que son todas formas irregulares y donde aparece el ángulo de 90 grados es porque esa parte es la que quiere destacar. Me parece que hay algo interesante en ese punto de vista porque la forma, como cualquier otro medio de expresión, tiene que ser una herramienta. Pero no tenemos previamente una forma para hacer las cosas. Seguramente, la sensibilidad que uno tiene con respecto a algunas formas es más importante que otras, pero no imponemos eso en el proceso del proyecto sino que se va dando. Tiene que ser complejo, interesante, nos tiene que atraer. De alguna manera, lo que vemos nos tiene que conquistar y lo tenemos que ver como algo potencial. No sé si con esto respondo a la pregunta, pero sí sé que no arrancamos de la forma para realizar el proyecto y al no arrancar de la forma, esa forma puede ser cualquiera. El prejuicio de la forma está tanto en las que son totalmente orgánicas y en las que son totalmente cúbicas. Yo creo que uno tiene que tener siempre la mayor libertad para proponer y la forma va apareciendo. Algunos arquitectos como Frank Gehry que arrancan desde la forma: pone un aparato, le agrega una bocha y pone otra cosa y con eso arma el edificio. Sin embargo, la historia del Guggenheim de Bilbao es muy interesante: a él le propusieron hacer el museo en un edificio antiguo en el centro de Bilbao, pero respondió que a él le gustaría hacer un edificio en el lugar más oscuro de la ciudad. En ese momento, ese sector estaba totalmente apartado, la ciudad no se abría hacia ahí. A partir de que el tipo hizo ese edificio, Bilbao cambió totalmente y se abrió. Entonces, los proyectos tienen distintas facetas: una cosa es el objeto y otra cosa es lo que generan en la ciudad.
|PC| Por fuera de la profesión, ¿tenés algún hobbie?
|JMF| Yo soy baterista, tuve varias bandas y llegué a tocar ritmos complejos y de mucha independencia. … Formé una banda con un amigo mío, Rodrigo, con el que me recibí, que era cantante e hicimos ‘’La cuarta parte’’. También toqué como sesionista. En un momento, cuando estudiaba música (estudié mucho tiempo), quería seguir la carrera pero al final me anoté en Arquitectura, eso no lo conté… Todo lo que está relacionado con la expresión, con el arte, me encanta. Vivo escuchando música, vivo mirando películas, vivo mirando arte, me gusta leer, soy un inquieto. Mi faceta de músico siempre está ahí, pero la arquitectura me hizo ver cosas que no veía con lo demás: me abrió una puerta importantísima en mi vida que la música quizás sí pero no de la misma forma. Igualmente, sigo teniendo la necesidad de escuchar música continuamente, informarme sobre la música. Me encantaría seguir estudiando, formar una banda… La experiencia de tocar en vivo es única.
|PC| Encontrás inspiración en el arte…
|JMF| En todo, en cualquier cosa encuentro inspiración. No necesariamente tiene que ver con el arte, me parece que uno puede encontrar la inspiración, si lo hace con precisión y con visión, en cualquier cosa. El arte, obviamente, es alucinante. Leer un poema de Borges y hacer una casa es una experiencia fascinante.
|PC| ¿Entablás alguna relación entre la música y la arquitectura?
|JMF| Trato… Como esto que hablábamos hoy de la estructura fílmica, la música también tiene una estructura de compases, de tiempos, de armonías. Hay cosas que son muy similares en los dos aspectos, principalmente desde el lado de la creación: la arquitectura también está diagramada en un tiempo y en una armonía, pero hay que saber entender cómo una cosa se puede relacionar con la otra. Por otro lado, para la música es necesario saber tocar para expresar tus ideas y en la arquitectura pasa algo parecido porque es necesario saber dibujar, saber entender las dimensiones básicas, entender que existe la gravedad y entender que es necesario tener un pensamiento crítico, entre otras cosas. Yo creo que todo es válido para relacionarlo y poder generarlo, además de que es importante no encerrarse en el mundo de la arquitectura sino poder establecer una conversación con músicos, con artistas, con filósofos, con psicólogos, porque la creatividad y la reflexión están en todos lados… Hay temas que son comunes a todos, por ejemplo ‘’la ciudad’’, pero hablar de la arquitectura es una cuestión más específica del arquitecto que está dentro de ese mundo. Incluso, a veces es difícil transmitirle las ideas a un cliente o a alguien que está por fuera de ese mundo, es muy complejo. Me ha pasado de hacer un proyecto y que lo hayan aceptado, pero al momento de tener que hacerlo todavía no lo entienden, porque no tienen la capacidad de entender el espacio, de entender un plano. Uno piensa que sí lo han entendido, pero en realidad no entendieron nada y hasta que no lo ven construido no ven la dimensión que vemos nosotros. Por eso para mí es tan importante la dimensión del proyecto que es lo que define la arquitectura. Nuestro arte está en la búsqueda espacial y nadie más tiene esa capacidad porque en eso nos desarrollamos y nadie lo puede interpretar de la misma forma.
|PC| ¿Cómo encarás el tema de sentarte a la mesa con el cliente?
|JMF| Es difícil. Trato de encararlo a partir del proyecto y de mostrar todas las aptitudes que tiene tu trabajo. Es una cuestión que se va transformando: no es como vender un auto que lo compran y listo, sino que hay que mostrar el proyecto, empezar la obra, cada decisión es una discusión. Hay que tener nervios de acero, ser muy calmo y bancarte todas las que vengan porque es así. Me ha pasado de hacer casas que yo pensé de una forma y se terminaron como ‘’La metamorfosis’’ de Kafka (risas): la casa se fue transformando en cucaracha. Han sido experiencias interesantísimas desde el punto de vista profesional pero no han construido el arte que yo quería construir. Francisco ‘’Patxi’’ Mangado dice que la gente no sabe nada de arquitectura y sólo saben los arquitectos. Uno está un poco embelesado con lo que uno piensa, porque en definitiva vive y respira arquitectura, desde que se levanta hasta que se acuesta y no la sueña porque no tiene la capacidad de manejar el sueño… Por lo menos es lo que me pasa a mí en este momento. Es muy duro cuando aparecen esas transformaciones en algo que uno construyó con tanto cariño y tanto esfuerzo, porque no es que uno lo hace porque fue lo primero que salió, sino que es una construcción que depende de un montón de decisiones y esfuerzo que para uno es la posibilidad de una pizca de cambio y que se arruine porque apareció una mano negra que no entiende el proceso, es muy difícil. Pero no le echo la culpa a eso, es así y hay que convivir con esa realidad. Los concursos, en ese sentido, son un lugar interesante para construir la identidad y que te puedan valorar.
|PC| ¿Cómo relacionás la teoría al momento de llevarlo a cabo en la arquitectura?
|JMF| Yo creo que siempre tiene que ir junto y que uno no puede hacer teoría y después hacer cualquier otra cosa, sino que una depende de la otra. De alguna forma uno primero construye intelectualmente la teoría y después construye algo material. Vuelvo a la idea de la frase ‘’Todo lo sólido se desvanece en el aire’’ porque creo que tiene cosas muy interesantes para aprender. Me parece que uno tiene que tener ciertos principios y valores y es una de las cosas que uno debe inculcar en la universidad para poder construir una mejor ciudad y poder pensar en el bien común. Uno hace arquitectura con cualquier cosa y en cada momento hay una oportunidad para expresar una idea. Si se tiene en claro eso, siempre existe la oportunidad para expresar lo que cada uno piensa. La teoría, sin dudas, viene conjuntamente con la profesión. Es fundamental creérselo, porque si no te lo creés lo vas a escuchar de otros y vos vas a hacer otra cosa…
|PC| ¿En qué momento encontrás un rato para hacer otra cosa y para estar con tu familia?
|JMF| Todo el tiempo, también creo que eso hay que llevarlo de la mano. Mi familia me acompaña mucho. Si la familia no acompaña es muy difícil hacer arquitectura. La mía es hermosa y son mi sostén: me bancan los días que no voy, las noches que llego tarde, las reuniones a las que falto. Pero es una relación de mutuo respeto. Ellos entienden el rollo que yo tengo en la cabeza y yo entiendo el de ellos. Me parece que no es algo que se podría separar.
|PC| Y para terminar… ¿qué te parece la estructura abierta que proponemos en nuestro estudio?
|JMF| Me parece que está muy bien la idea y que se puede construir. Me parece que estos espacios son necesarios frente a la fragmentación social y al individualismo. Que aparezcan este tipo de espacios de debate, de construcción de pensamiento de distintas ramas generan un ámbito propicio para pensar las cosas nuevamente y yo lo apoyo totalmente. Cuentan conmigo y con el estudio. Creo que lo que están haciendo es algo que habría que copiar, que debería estar más seguido, justamente porque trabaja en una dirección que va en contra del individualismo. Hay que encontrar la forma de establecerlo, pero me parece que siempre más suma y es una idea que moviliza mucho. Yo les contaba también que hice una experiencia en el Colegio de Arquitectos con el ciclo A30, donde invitamos a más de 50 estudios de arquitectura de todo el país, los cuales consideramos que son los que están construyendo de alguna manera la identidad de la arquitectura nacional. Esa es una pregunta interesante: ¿Cuál es la arquitectura nacional argentina? ¿Cuál es la identidad de esa arquitectura? Empiezan a surgir arquitectos, obras… Pero cuando vos vas a otro país, por ejemplo te cruzás a Brasil, hacés esa pregunta y no hay dudas, porque la arquitectura ha tenido un impacto muy profundo y el Estado se ha comprometido mucho para que pase. Acá hay que encontrarla, está pero hay que encontrarla. Creo que es fundamental construir un ámbito donde podamos opinar, hablar, sentarse y debatir sobre lo que uno piensa, porque desde ese lugar uno construye arquitectura. Hay tiempos para cada cosa, momentos en los que hay que hablar y otros en los que no. En ese sentido, me parece que este espacio que ustedes están construyendo es muy sano y yo los felicito. Me siento muy ovacionado por el hecho de que me hayan invitado a esta entrevista y de alguna forma, cuando pase el tiempo y veamos esto con el agua que haya pasado por el puente va a ser interesante la visión.
|cámara y edición| Daniela Squarisi
|fotografía| Lucía Wainberg
parte uno VIMEO: https://vimeo.com/154049446
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parte tres VIMEO: próximamente
ping pong VIMEO: próximamente