Entrevistas
Un horizonte que se va moviendo
Autor: Paralelo Colectivo
Biografía
Entrevista 02
10 Abril 2015
Casa del arquitecto
PC: Paralelo Colectivo
RWA: Raúl Walter Arteca
|PC| Bueno Raúl, esta entrevista trata de abarcar un poco más el tema humano y de dejar de lado al arquitecto que conocemos todos. Para que te conozcan más los alumnos y demás gente, el cotidiano… ¿Qué recuerdos tenés de tu infancia?
|RWA| ¿Relacionado con la arquitectura?
|PC| No, desde el lado humano.
|RWA| Mirá, yo nací cerca de Parque San Martín. Mi vieja (mis viejos aún viven) trabajaba en el jardín del parque (hasta que se jubiló). Así que para nosotros era muy cotidiano el tema de cruzar el parque. Inclusive empezaron ahí para mí los primeros recuerdos arquitectónicos, porque había un bellísimo tanque de agua, gigante, que abastecía gran parte de la ciudad y que tenía, no sé… (Recuerdo de chico) entre 30 o 40 metros de diámetro, porque era gigantesco y era una estructura metálica hermosísima. Y yo me acuerdo mucho de caminar de la mano de mi vieja, yendo al jardín, con mi hermano mellizo del otro lado (uno de cada mano), mirando ese tanque extasiado. Entonces sí, tengo un muy buen recuerdo… Después, a los 8 años nos mudamos, pero toda esa parte de la infancia del Parque, de ir a ver a Everton, el fútbol… de todo eso me acuerdo mucho.
|PC| Siguen entrenando ahí ¿no?
|RWA| Sí, siguen entrenando en esa cancha donde los coches paraban contra el alambrado directamente y la gente miraba desde el auto. Es un lindo recuerdo de la infancia. Pero lo que más me acuerdo es de, especialmente, mi condición de mellizo, de estar involucrado con mi hermano de la misma edad. Tengo un hermano mayor también…
|PC| Y de la casa ¿qué recuerdos tenés?
|RWA| La casa era una casa de alquiler, que todavía está igual. Era muy chica, vivíamos demasiado apretados. Y mis viejos estaban tratando de conseguir algo con un crédito hipotecario, entonces, en verdad era una casa de transición, que tenía un sólo dormitorio. Nosotros dormíamos en un sofá. Pero bueno, los juegos, el patio… Te hacían olvidar si en verdad estabas o no estabas cómodo. Igualmente era una infancia de juego, una infancia muy lúdica. Con una maestra jardinera como madre se hacía bastante cotidiano el proponernos cosas con nada. Porque ese era el otro tema, no había.
|PC| Entonces, también, los primeros contactos con la arquitectura se empezaron a dar con esto que vos contabas del parque…
|RWA| Yo te puedo decir que hasta el día de hoy tengo la imagen de cómo veía esas estructuras metálicas. Pero en ese aspecto no quiero mentir. La vocación para mí se termina de perfilar, no sé si en muchos (en mí seguramente), en la facultad. Lo que sí es cierto es que a mí me gustaba mucho dibujar. Y que parte de los juegos que teníamos entre los hermanos era producir dibujos y mostrárselos a nuestros padres. Ellos iban al cine, salían los sábados y nosotros nos quedábamos con una pila de papeles y teníamos que agotarlos de dibujos. Era algo que me encantaba. Era dibujar ciudades. O dibujar equipos de fútbol (siempre con el tema del fútbol también en la cabeza que nos gustaba mucho). Pero era dibujar y dibujar y dibujar. Siempre tratando de dibujar paisajes urbanos, como podía. Eso me acuerdo, que mi acercamiento fue a través del dibujo. Hasta el día de hoy que me gusta producir dibujos…
|PC| Es algo que hasta el día de hoy mantenés, como en muchos concursos que has hecho, donde el recurso de la ‘mano alzada’ está muy presente.
|RWA| Sí, está presente el dibujo a mano alzada. Sobre eso me parece muy importante aclarar una cosa: Algunos creen que porque uno es más grande, todavía adhiere a métodos antiguos. No hay métodos antiguos. Yo lamento que alguien no se pueda expresar con el dibujo, porque el dibujo, hasta hoy, es la expresión que yo encuentro más rápida entre el cerebro y la mano. La conexión más ligera que puede haber.
|PC| La idea más fiel de lo que querés comunicar…
|RWA| Por lo menos el camino más corto en tiempo que yo encuentro para poder expresar una idea. Lo cual no quiere decir que después no utilice los medios digitales para poder transformar eso en una cuestión metodológicamente más seria. Eso es otra cosa… Ya no dibujo planos, hace mil años. Planos no. Me encantaba, pero no tiene sentido. Sí creo que las primeras concepciones son los dibujos, o los dibujos sin sentido que uno tiene en una libreta. Dibujar, dibujar. Yo estoy en una reunión en casa y dibujo. No porque me esté aburriendo de lo que sucede, sino porque es mi forma, desde que era muy chico, de pasar en limpio.
|PC| ¿A qué escuela fuiste?
RWA: Yo fui al jardín del Parque San Martín y después fui a la Escuela N 10 de 16 y 47.
|PC| ¿Pero era de artes plásticas?
|RWA| No. Y después fui al Colegio Nacional que es un Bachillerato común. Yo agradezco haber hecho un bachillerato no condicionado. Ni por condiciones técnicas (que sería un industrial) o Bellas Artes, aunque después mi hijo fue a Bellas Artes. Pero yo agradezco no haber salido con ese condicionamiento. Por lo menos porque la cuestión del dibujo y la expresión con las manos siempre estuvo. Entonces, agradezco que el colegio me haya dado una visión más integral. Más humanista…
|PC| Claro. Más en esa época ¿no?
|RWA| Mirá… la época del Colegio Nacional fue complicada. Fue complicada porque, en verdad, yo entré en el 74 y me fui en el 78. Por lo tanto, en el medio está el 76 (matemática pura)… Pero ¿qué quiere decir esta matemática? Los primeros años estaba muy influenciado por una actividad política muy fuerte. Las clases estaban cortadas, nos sacaban del aula, nos llevaban a los auditorios a la fuerza…
|PC| ¿Pero vos ya entendías lo que estaba pasando?
|RWA| Sí, sí. No había forma de no entender. Digamos… Cuando un alumno entra a un aula con un arma y dice ‘’Todos al auditorio’’, eso lo entendés. Quizás no entendías el contexto general ni sabías cuántos grupos guerrilleros había. Tampoco sabías que la Vicedirectora pertenecía; después desapareció y no sabías por qué, creías que la habían reemplazado. Hay muchas cosas que sí las entendí después. Pero creo que nos acostumbramos todos a vivir en un contexto de violencia que, cuando vino la Dictadura al colegio, fue lo contrario y peor. Porque apareció el silencio y aparecieron los famosos celadores de la CNU. Lo primero que hacían era hacerse muy amigos de todos los chicos y, en verdad, eran los que marcaban. Ese era un contexto complejo, esa segunda mitad, porque prácticamente no había debates. No se estimulaban los debates. Todo era muy individual y no se podía discutir. Vos eras un alumno individual junto con otros treinta.
|PC| No existía la idea colectiva…
|RWA| Cuestión que también siguió en la facultad.
|PC| Ustedes se reunían afuera en la facultad ¿no?
|RWA| Los primeros años de facultad marcaron el estilo que esa facultad tenía. En la facultad (a ustedes como estudiantes de Arquitectura les va a parecer extraño) había muy pocas ‘’enchinchadas’’ – la cuestión colectiva de exponer el trabajo y debatirlo con alumnos, que hoy es natural. – Lo que se hacía era que cada uno pasaba con su papel cuando el docente se lo pedía y los demás esperaban. Vos pasabas con tu papel, abrías el papel, hablabas con el docente y todo quedaba entre él y vos. Después volvías y te preguntaban cómo te había ido, pero no existía el intercambio.
|PC| Y el intercambio ¿ustedes igual lo hacían por fuera?
|RWA| Nosotros lo que hicimos fue, a partir de 3er año, por una situación que yo agradezco, en parte fortuita y en parte uno se lo ganó, la facultad seleccionó a un grupo de 12 alumnos para un encuentro de estudiantes de arquitectura en Santa Fe. Por los promedios que tenías o si te iba bien en arquitectura. Yo estaba en ese grupo. Nos hicimos muy amigos y éramos 12 de los cuales 8 armamos un estudio en una casa chorizo que nos prestó un ex militante del Partido Comunista Revolucionario que no tenía ningún problema en alojarnos (en la calle 65). Él era el tío de uno de estos chicos. Fue muy interesante porque a partir de ahí los profesores que quizás en la facultad no podían expresarse de determinada manera, iban a ese estudio a estimularnos a nosotros… para que buscáramos hacer concursos de estudiantes, nos acercaban libros, libros de cosas que no habíamos visto…
|PC| Esos arquitectos seguramente influyeron mucho…
|RWA| ¡Sí! ‘’El Chango’’ Arbide especialmente. Dardo Arbide que es el primero que me estimuló a escribir arquitectura también. A investigar y a escribir. Y a presentarme en congresos y a salir de esa inercia que la facultad y aquel Colegio Nacional, que yo le agradezco muchas cosas en cuanto a conocimiento, no me habían dado. El Chango fue un tipo muy generoso, que compartió todo lo que tenía. Los libros, los conocimientos, poder desprenderse de cosas para chicos más jóvenes. Nos hizo andar de a poco. En ese grupo hay gente que hoy es muy conocida como Willy Müller, Gustavo Romero, ‘’El Beto’’ Da Conceiçâo, Juan Martín Corte, Cesar Paz y ‘’el Gordo’’ Arana. Son tipos muy divertidos con los que la pasamos muy bien. El Gordo Arana, Gustavo Romero y Willy Müller están ahora en España y hoy Willy Müller, en Barcelona, es el director del planeamiento Sur de Barcelona. Son tipos que están muy destacados en su actividad. Especialmente Willy Müller que hoy forma el grupo Metápolis y tiene el Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña. Mi destino era irme con ellos, pero bueno. Uno se enamora, se casa y emprende otra vida.
Para mí los años de estudiante de la facultad fueron los más importantes. Yo a veces no discuto, pero sí disiento con mis amigos del Colegio Nacional, de los cuales hoy conservo (4 o 5 son mis amigos de toda la vida – amigos desde hace 40 años -), porque yo tengo una visión diferente de lo que es el Colegio Nacional. El Colegio Nacional fue un gran colegio, pero no me crea a mí el fanatismo que en general tienen los ex alumnos del Nacional. Para nada… quizás por la época en que vivimos. Y también por la edad. El secundario es una época bastante brava, donde hay que tratar de sobrevivir a muchísimas cosas que te van pasando a vos. A mí me fue bien porque de ahí saqué a mis amigos. Pero la época formativa fue la de la facultad. No la facultad dentro de sí misma, sino fuera de ella.
|PC| Eso también se daba por una cuestión de la época en la que ustedes estaban cursando ¿no?
|RWA| Y… es una época expulsiva. Mi 6to año de la facultad coincide con la vuelta de la democracia. ¿Qué quiero decir? Esa explosión de que empiezan las asambleas en el patio, aparecen los profesores que estuvieron proscriptos. Yo adherí a esa cátedra y hasta el año pasado fui parte de lo que quedó de ella. Con Germani, Bares, Sbarra, etc. Se fueron desmembrando y yo fui quedando siempre en esa cátedra. Por suerte en un lugar privilegiado, que también creo que uno trabajó para ganárselo. Pero los profesores que había en la época de la dictadura… era bastante complejo. Complejo, inclusive, su legitimación intelectual dentro de la facultad.
|PC| ¿Cómo fuiste empezando a enseñar?
|RWA| ¿Cómo empecé a enseñar? La facultad (yo voy a decir cosas que son, por ahí, impropias) no te enseña absolutamente nada a nivel docente.
|PC| ¿Siempre tuviste una vocación de docente o la encontraste con el tiempo?
|RWA| Mirá… se va transformando. En eso no quiero mentir. Así como te digo que hasta 3er año yo no estaba totalmente convencido de esto – Y quizás porque me fue muy bien en una entrega y yo exploré cosas de mí mismo en una entrega de arquitectura que no creía que podía hacer. Y eso me despertó más la convicción. – También te digo que, en general, uno aprende mirando. Aprendés mirando al profesor si es que vos tenés ganas de transmitir y de tener contacto con el alumno. Pero también creo que la actividad docente es una actividad bastante egoísta (otra cosa que también creo que no se debe decir). Adoro el contacto con los alumnos. Pero te obliga a aprender y a estudiar. Y encontrás en la docencia el lugar casi obligado para poder superarte, para poder comprar libros, investigar ‘’ ¿qué le puedo decir a este grupo de flacos nuevos?’’, ‘’tuve un problema con un alumno ¿cómo le puedo contestar?’’. Vos sabés que mientras hacés esa indagación, también crecés. Entonces, yo creo que la docencia es una actividad que, especialmente, les da a todos algo. Si es que lo hacés con vocación, con convicción y con energía. No entiendo a los docentes que no compran libros, o que no los van a consultar, o que se conforman con lo que dice internet (que de lo que dice internet, el 90% es un desastre, porque tiene información falsa levantada por cualquiera). Entonces, sí. Me parece que falta muchísima vocación. Y mucha vocación se ve en la voluntad de estudiar y de producir cambios.
|PC| Eso después se refleja en la arquitectura que tenemos en la ciudad ¿no?
|RWA| Yo igual creo que la ciudad puede prescindir de los arquitectos, tranquilamente. En un porcentaje mayor, la ciudad está hecha por gente anónima. Transformada, por lo menos, por gente anónima. También es cierto que nosotros tenemos el derecho de hacer mala arquitectura, porque somos humanos como cualquier otro. Entonces, a mí no me preocupa lo que se construye de la ciudad. Me preocupa otra cosa de la ciudad. Me preocupa más cómo, en verdad, no se legisla sobre los espacios públicos. La ciudad es encuentro, no son edificios bonitos. Está bárbaro que haya buenos edificios, está muy bueno. A veces el destino hace que la gente se junte en un lugar, no que un edificio sea mejor. A veces un edificio puede producir superación. Pero, en verdad, para mí el problema más grande, por ejemplo el de la ciudad de La Plata, es el mal uso del espacio público, la invasión del tránsito. Cuando éramos muy chicos te dejaban ir hacia la plaza o el parque. El auto no existía. Era un cuentagotas, pasaban a una velocidad muy baja. Jugabas en la calle…
|PC| Como el recuerdo que contabas recién de caminar hasta el parque con tu hermano…
|RWA| Nosotros íbamos de muy chiquititos al parque. Pero hoy una plaza es una rotonda de tránsito. Entonces, es imposible que vos entiendas que eso es un espacio público. Más allá de los problemas que hay hoy para que un chico juegue sólo como están las cosas ¿no? Más allá de las cuestiones de inseguridad. Entonces, me parece que una preocupación muy grande es si en verdad las autoridades, los planificadores, el Colegio de Arquitectos, se preocupan por la conquista del espacio público. ¿Por qué la conquista? Porque vos tenés un código de edificación (es técnico y no es técnico lo que voy a decir) que prevé en 20 o 30 años determinada cantidad de densidad de población. ¿Dónde está el espacio público para esa cantidad de población? No está. No está acrecentado. Pero en calidad no está acrecentado. No es un problema de plantar árboles. Es un problema de peatonalizar, cuánto hay que peatonalizar, qué hacer con los autos, cómo liberás y desagotás todo para que los usos empiecen a aparecer, cómo perforás una manzana privada que ya no da más. ¿Por qué la manzana no deja de ser privada? Y, porque la verdad, el código está dictado por las inmobiliarias. Es clarísimo, los intereses económicos manejan el código. ¿Y qué hace el Colegio? (del cual soy parte, eh). El Colegio después discute los pisos (muy alto, muy bajo), la prefiguración morfológica. Ya entraste en la trampa ahí, discutís lo que quieren ellos… Bueno, eso es más complicado que si hay o no, buena o mala arquitectura.
|PC| Y para vos ¿el rol del arquitecto hoy está un poco relacionado con esto? ¿Creés que es algo fundamental?
|RWA| A ver… nosotros no nos podemos escapar de lo que es el país hoy, económicamente. De las oportunidades que tiene un arquitecto de trabajar. Yo creo que sí. Me parece que el verdadero papel sería más estratégico. Pero no todo el mundo puede estar en instancias de decisión. No todo el mundo puede trabajar en oficinas de planeamiento. Pero lo que es interesante está en las cuestiones estratégicas para poder producir cambios en el futuro. Todo lo demás es supervivencia. Vos me podés preguntar ‘’ ¿Tenés trabajo?’’ Mucho, poco, ¿qué importa? Es individual eso. Y te puede quedar mejor o peor la casa, y sí ¿y? Satisface el ego personal, nada más. Me parece que el papel está en otro lado, que es, en parte, político. No político partidario, sino político de militar desde algún lado. A mí me gusta escribir sobre la ciudad, puedo hacerlo sobre eso, por ejemplo…
|PC| Sí, una de las cosas que hacés es escribir para la revista ‘’47 al fondo’’…
|RWA| La publicación ‘’47 al fondo’’ la armó en realidad Alberto Sbarra, cuando fue decano, hasta el número 6, y la tomamos con Pablo Remes Lenicov y Pablo Szelagowski, desde el 6 hasta el número 22, actualmente. Ahora nos quedamos Pablo y yo en la publicación, tratando de darle un carácter más abierto y plural al que tenía en la época de Alberto. Que no era discutible, sino que quizás tenía una convicción arquitectónica mayor. Nosotros no creemos en ese tipo de convicciones, creo que no le importan a nadie tampoco las convicciones de los directores. Sí la búsqueda de pluralidad de pensamiento arquitectónico. Esa es la misión, hasta hoy, para nosotros, de ‘’47 al fondo’’.
También trabajo en un dossier gratuito, que se llama ‘’Ui mat’’, que está dirigido por Raúl de la Fuente y que tiene la idea de difundir la arquitectura que se hace en la ciudad, toda. Es muy abierto a quien quiera publicar. Y, entre medio de eso, a mí me toca escribir sobre cuestiones de ciudad, u otras cosas que puedan aparecer… Ese es un proyecto que hasta el día de hoy se mantiene, que para mí es muy importante que 3 mil ejemplares gratuitamente estén en manos de mucha gente y que uno pueda expresar, firmando, cuestiones que hasta pueden ser polémicas. Tienen que ver con el mal uso del espacio público, o la mala conducta ciudadana sobre el uso del espacio público, porque la mitad de la culpa la tenemos los usuarios. Eso está clarísimo. No le echemos la culpa ni a los arquitectos ni a los políticos solamente. Nosotros somos los que solamente nos encontramos con otros cuando hay un festival, porque después hasta en pequeños gestos demostramos que no queremos estar con otras personas. Eso se comprueba claramente en un bar, donde no te sentás al lado de alguno ni aunque haya una mesa libre pegadita, porque la verdad es que estás esperando tu lugar para estar solo. Te sentás en un banco y no te sentás al lado porque ‘¿qué va a pensar?’. Hay una cultura de valerse por sí mismo y no estar con, que tiene que ver con tirar la botellita por el vidrio del auto, el pucho en la calle, papelitos, cuando tenés el tacho a cinco metros.
|PC| Y también esto que hablabas recién, la poca cantidad de espacios públicos que permitan esta relación, está agotado. Y después influye en estas cuestiones que vos estás hablando.
|RWA| Claro que influye. Pero también ¿sabés lo que influyó? No le voy a echar toda la culpa a la dictadura, pero sí quiero decir esto: todo lo que estos tipos hicieron en 6 años, tarda 30 en reconstruirse. Siempre, no sé por qué, el daño es muy fácil hacerlo. Una de las cosas, por ejemplo, que más me interesó a mí de la docencia, es que yo era un tipo que le costaba intercambiar palabras ante mucha gente. Esto no lo podría estar haciendo y con esto estoy hablando de diez personas. ¿Por qué?: ‘’no hables’’. Los viejos no tienen la culpa, pero ellos nos decían ‘’ ojo con quién hablás’’, ‘’ ojo de qué hablás’’, ‘’ volvete directamente’’. ‘’ no te quedes’’, lo que sea… ‘’ ¿Por qué?’’. ‘’No, no te digo. ’’ ¿Sabés por qué no te decían? Porque si te decían por qué, vos por ahí lo decías. Y si lo decías, adentro. Era una forma de cuidarte que quizás producía, sin querer, un descuido muy grande para los años que venían. Entonces, el primer problema era vencer eso. ‘’Che, yo tengo muchas cosas para expresar y me cuesta expresarlas. Bueno, empiezo con 20 alumnos, sigo con 50. ‘’ Una vez Germani me puso 300 alumnos y me hizo una trampa. Yo casi me desmayo en el aula pero lo pude sortear… y hasta el día de hoy creo que no se hacen así las cosas, aunque yo lo quiero mucho a Roberto Germani, para mí, las cosas no se hacen así. Pero está bien, en algún momento hay que hacerlo, poder expresarse. Después nos tocó, con un laburo, ir a una Villa de emergencia a presentar un proyecto y había 1500 personas, no te alcanzaban los ojos, no las podías terminar de ver. Y tenías que explicar un proyecto. Eso, en la época que a mí me tocó vivir, no se podía hacer ni siquiera hablando uno a uno. Por eso cuesta mucho tiempo después reconstruir. Y eso cuesta también mucho tiempo en la calle, donde el otro produce miedo. No es exagerado. Analicen lo que sucede cuando uno entra a un bar o a un lugar, a un lugar público, no a un bar para divertirse, y las personas están buscando su espacio propio y no de intercambio.
|PC| Al caminar, nomás ¿no?
|RWA| Bueno, por supuesto. Si te acercás mucho, mantener la distancia, bueno… Esa es una cultura que no ayuda a que el espacio público exista. No puede ser que tenga que venir ‘’Tan Biónica’’ para que haya 25 mil tipos en un lugar. Hay algo que está mal.
|PC| Bueno, Raúl, yendo un poco a lo que es la actualidad, o el día a día, ¿cómo se dio el tema de la reunión de los miércoles?
|RWA| Bueno… el tema es así. El editor de ‘’Ui mat’’, como te venía contando, Raúl de la Fuente, es mi amigo desde hace muchos años. Yo ya escribía para él cuando tenía una columna de construcciones en el diario ‘’El Día’’ y el hijo, que fue alumno mío, un día me lo presentó y nos hicimos muy amigos hasta el día de hoy. Él, que es un diseñador gráfico, muy importante en la época del 70, decidió juntar gente que no tuviera nada que ver pero dispuestos a discutir sobre arquitectura, llegar a acuerdos y producir algún tipo de documento. La reunión de los miércoles es una reunión donde, principalmente para todos nosotros, es un privilegio que venga Vicente Krause, del cual me he hecho muy amigo más allá de esas reuniones. En ese grupo están Wimpi García, Roberto Saraví, Tito Tomas, Vicente, Leandro y Raúl de la Fuente. Salvo yo que soy muy amigo de Vicente y de Raúl, después no sé si tenemos demasiado que ver con los demás. Ni arquitectónicamente ni en cuanto a muchos pensamientos políticos seguramente, pero de eso no se habla. Hablamos solamente sobre el espacio público, la ciudad de La Plata, escribimos, publicamos algunas cosas. Pero la intención, con el tiempo, solamente casi terminar de hablar sobre cuestiones más personales y como amigos. Nunca tocamos un tema sobre el cual sabemos que podemos diferir. Y para mí ha sido una cosa importante, porque es como otra clase de amistad. Es una amistad colectiva, digamos… Después, con ninguno de ellos, salvo que sea con Vicente o con Raúl, no nos veríamos. Pero en ese lugar coincidimos, con whisky de por medio – porque Vicente manda- , a discutir cosas. Y se ha hecho una reunión de la cual la gente pregunta más de lo que es, porque no es ni más ni menos que esto, pasar un tiempo. Llega la hora en que Vicente se quiere ir y nos vamos, nada más.
|PC| Ahora que hablaste de Vicente ¿qué fue hacer su libro?
|RWA| Bueno, primero fue un desafío que me dio Gustavo Azpiazu, que se decidió a hacer unos libros editados por ‘’47 al fondo’’ sobre profesores o ex profesores de la facultad, principalmente los reconocidos. En principio con ellos y después seguiría con otros. Obviamente, primero querían que fuera el de Vicente. Y obviamente fue un privilegio para mí, pero por otro lado un desafío porque yo nunca pertenecí a la cátedra de Vicente, por lo tanto tenía que hacer un libro y, esto quiero que se entienda bien porque por eso lo puse en el prólogo, tenía que hacer un libro donde yo hablara sobre la parte humana de él. Donde aparecían dibujos inéditos, porque los buscamos (me ayudó Vicente a buscarlos), aparecía la fotografía, él como ebanista, la cuchillería, sus dibujos en los libros de instrumental científico de Curutchet. Y fue grabado en esas reuniones de los miércoles sin que él supiera (después le pedí permiso para ver si todo ese material lo podía utilizar). Y yo adopté esa metodología porque si no Vicente, por ahí, ante una pregunta determinada, da muchas vueltas porque es muy creativo, no solo para proyectar sino para contestar una pregunta. Y por ahí se va y no te contesta. Sin embargo, de esta manera, uno podía extractar los temas y editarlos. Bueno, la edición me llevó muchísimo tiempo. Y para mí fue un laburo en el que, aparte de un privilegio, aprendí muchísimo. De él aprendí mucho y consolidó la amistad un poco más también.
|PC| ¿Y la experiencia con Clorindo?
|RWA| La experiencia con Clorindo fue muy interesante. Fue un personaje. Eso era un tour que hacía el Colegio de Arquitectos y me pidieron si yo podía llevar a los matriculados que se anotaban, y conducir una entrevista en el estudio de Testa. Obviamente, yo estaba tan preocupado por la entrevista que creo que los demás disfrutaron mucho más. Testa estaba preparado para una entrevista muy corta y lo dijo de entrada, creo que por miedo a que fuera un plomo. Y terminamos, después de una hora y media, diciéndole que por favor nos teníamos que ir, porque teníamos que ir a ver sus obras como parte del tour. Así que fue muy distendida, muy abierta. Quizás ese tema del final, esos papelones que hacemos los arquitectos… Clorindo dijo que si nos queríamos llevar dibujos lo hiciéramos. Y fue un papelón, la gente manoteando dibujos. Bueno… ese tipo de cosas que me parece que están mal, que no hay que idolatrar tanto a la gente, sino que hay que reconocerla (Clorindo es mucho más que un garabato). Pero estuvo muy bien, me hizo muy bien poder pensar las preguntas y poder elaborar la repregunta a medida que él hablaba. Estuvo muy bien, muy abierto. Y conocer el estudio fue muy lindo.
|PC| ¿Y cómo llevás el tema de la docencia, por un lado, a lo que es el cotidiano del trabajo, el estudio? ¿Cómo funciona? ¿Cómo hacés para que la teoría no sea tan distinta a la práctica?
|RWA| En principio creo que no hay que planteárselo, porque si no te ponés una carga, una carga más. Yo no creo demasiado en esto de las coherencias que a veces, o en otras épocas, la facultad buscaba en los alumnos. ‘’Si dijiste tal cosa ahora tenés que ser consecuente porque este dibujo no está diciendo lo mismo que decías la semana pasada. ’’ . Yo soy de los que creen que lo mejor que me puede pasar es que la arquitectura que hago sea ecléctica. No en sí misma, sino en el paso del tiempo. Demostrar que hay cambio. Si es evolución, o no, no me importa. Cambio. Tener ganas de que cada oportunidad sea la oportunidad para que vos, inclusive, pruebes hasta una metodología de proyecto diferente, en otra será algo que te disparó una imagen, en otra será un texto que te motivó, en otra es una película y recrear un lugar y en otra es solamente una demanda del cliente que te pareció que dio más en el clavo que lo que vos creías. Entonces me parece que la teoría y la práctica no están juntas. A mí me gusta producir escritos, teóricos, pero no creo que tengan que ver, necesariamente, con lo que vos hacés en determinada práctica. O quizás sí. Todo es abierto. En ese aspecto, yo no creo en ese tipo de coherencia. Tampoco creo que una cátedra tenga que trabajar sobre la coherencia. Yo ahora estoy en una cátedra en la cual (y no reniego de donde estuve, porque fui enormemente feliz y me dieron todas las oportunidades. Pero quizás tienen más determinaciones arquitectónicas que las que creo), en este momento, consolidamos un grupo donde creemos más en los procedimientos, en la producción de argumentos, que en la prefiguración.
|PC| ¿Y cómo ves a la ciudad de La Plata como el escenario de esta práctica de la que hablás?
|RWA| La ciudad de La Plata es un ‘’sálvese quien pueda’’. Nosotros, los arquitectos, somos muy esquizofrénicos. La verdad, no me quiero incluir porque muchas veces me he expresado en contra de esto. Una ciudad que pretende que su trazado sea nombrado Patrimonio de la Humanidad y está destrozada, la destrozamos día a día, los arquitectos especialmente. Porque si tenemos la oportunidad de tirar abajo algo que patrimonialmente vale, lo vamos a hacer porque es un trabajo. Y la verdad, todo el discurso sobre lo colectivo y los valores se terminan cuando la oportunidad individual te dice que tenés que dejarlo de lado. Es muy hipócrita eso. Entonces, creo que la ciudad de La Plata está como puede ser. Es cierto que al lado de otras tiene una vegetación increíble y tiene una regularidad… Pero qué se yo. ¿Vieron que, a veces, a las arquitecturas curvas y dobladas se les pregunta por qué son así pero a las cuadradas no? Bueno… a la ciudad de La Plata no se le pregunta por qué es cuadrada, se supone que está bien. Sin embargo, inclusive si vos lo analizás, en cosas muy chicas como por ejemplo el tránsito, todas las calles son vías de escape. Y quizás, hasta las mismísima Buenos Aires, con una contingencia gigantesca, tiene calles cortadas, curvas, que empiezan y terminan a dos cuadras. Tenés lugares donde el remanso es lógico. La ciudad de La Plata es homogénea y esa homogeneidad distribuye el caos en este momento, arquitectónico, de tránsito, no sé si de escape. Bueno, creo que está en un momento en el cual hay que intervenir de a poco y pensar un código sobre lo público, que es también un código sobre la intervención y la modificación de lo privado. Si la manzana no se interviene, de a poco, cambiando obsolescencias por otras formas de espacios públicos dentro de la manzana, la ciudad de La Plata no tiene salida. La vereda no alcanza como espacio público. Entonces, nuestra actuación dentro del lote que queda es una anécdota para el ego y la publicación, nada más.
|PC| ¿Y el Estudio cómo funciona?
|RWA| El Estudio son vaivenes. A ver, yo quiero aclarar muy bien el tema del estudio. En lo particular voy a decir, yo vivo de la docencia y del Instituto de la Vivienda donde hago, por suerte, vivienda de interés social, con todo lo que significa trabajar para el Estado, que es complejo. Pero se construye, he construido muchos proyectos con eso. Oportunidades de construir proyectos masivos que no podría hacer en el Estudio. Ahora estoy construyendo 384 viviendas en Ensenada y unas 120 viviendas en la zona de inundación del Arroyo del Gato. Se construye donde se puede, como se puede, pero la verdad es que siempre pongo bastante interés en lo que es el proyecto arquitectónico. Ahora estamos por hacer en la Ricchieri, con los dos Pablos (Remes Lenicov y Szelagowski), un conjunto de 128 viviendas, enorme, al lado de la autopista. Ese va a ser muy lindo porque va a ser vivienda colectiva. Terminé, también, un conjunto de viviendas muy grande en Hurlingham. Son oportunidades que un estudio no te da. ¿Qué quiero decir con esto que les estoy contando? La actividad del arquitecto casi parece ser que tiene sentido cuando es la actividad del artista que se puede mostrar coherente con su obra y esa obra es bella. Para mí es más importante lo que hago en el Instituto de la Vivienda que lo que hago en el estudio, por más lindo y coherente que me quede. Es más importante hacer los concursos que hacer una casa para un cliente. Y, pero bueno… alguien se la tiene que hacer y, además, es el sueño de construir la casa de una familia junto con vos. Lo valoro, es muy interesante, nos hacemos amigos de los clientes (no siempre, pero sí muchas veces). Está bárbaro. Pero el privilegio de hacer vivienda de interés social es mayor. La oportunidad de relocalizar una villa, meterte en lugares donde no te dejan meter. ¿Qué quiero decir en el fondo con esto? El estudio, la verdad, es el lugar donde estamos entre amigos. Yo soy amigo de mis socios, si no fuera tan amigo no tendría el estudio con ellos. Y eso es más importante que cómo es lo que podamos producir, de qué manera, qué tan coherente. Vamos cambiando, Fernando, Mariana, yo. Para mí es un privilegio trabajar con amigos. Ahora vamos a encarar un concurso nuevo, pero para mí es más la excusa de seguir estando más tiempo juntos, es la verdad. Porque en cuanto al volumen de producción es chico. Hacemos una casa o dos por año, nada más. Y sale como sale, con el cliente interviniendo, que te cambia las cosas, te echa, vos te querés ir, te quedás y te sale mejor, en otra te quedás y sale peor, qué se yo…
|PC| Y esto que planteás de la docencia como parte fundamental en lo que es tu vida, o en el día a día, ¿cómo ves la formación actual o lo que la Universidad Nacional le brinda a los estudiantes de hoy en día?
|RWA| Hay una responsabilidad nuestra (yo hablo de la Facultad de Arquitectura) que es, para mí, una formación más integral. Que es la misma que, en verdad, tienen y deben tener los colegios de la Universidad, también. Yo cuando hablaba hoy del Colegio Nacional, a mí lo que más me dejó, además de los amigos que hoy mantengo, es no una visión que me condujese hacia la Facultad de Arquitectura, no. Una cosa más integral, el gusto por la literatura, hasta el día de hoy de seguir enloquecido buscando alguna novela, alguna cosa nueva, comprando libros. Ahora compré un libro sobre el diario de guerra de Capa, el fotógrafo, y me parece alucinante. Y, viste, no es arquitectura. Pero también te comprás un libro de arquitectura. El interés y la motivación están. Creo que la facultad y la universidad deben ayudar a que vos crees conocimientos nuevos. O sea que la visión de la facultad debe ser integral sobre el alumno. Y la enseñanza arquitectónica no debe ser dirigida. Odio la enseñanza arquitectónica dirigida. No estoy de acuerdo con las personas que dicen que la arquitectónica es ESTO. Especialmente con los que dicen que la arquitectura es determinado espacio que el Movimiento Moderno nos dio. Basta muchachos, la cosa cambió, se modificó, se diversificó. Eso también está bien, pero digan todo lo demás. No le tengan miedo a enseñar lo nuevo, porque lo nuevo parece inabarcable. Estudien. Porque si el alumno ve que vos estudiás y que en verdad podés hablar de Hadid, Koolhaas, Campo Baeza (que no me gusta para nada, pero tenés que enseñarlo), bueno, no te quedes con un sector. Y quedate con los procedimientos que esos arquitectos hicieron y no con la arquitectura. Este famoso tema de que el alumno siempre va a buscar el camino más corto. Y siempre va a tratar, aunque no lo confiese, de ver qué es lo que le interesa al docente. El problema es que, nosotros como docentes, no tenemos que mostrar eso. Primero, porque vamos cambiando, entonces es una trampa. Lo que hoy te gusta a vos en dos años no te gusta más y el pibe se quedó con la trampa, porque en el momento de formación lo ayudaste a que congelara algo. Ese es un instrumento de poder que tiene el docente de decir ‘’Yo sé más y te voy a decir lo que sé. ’’, que en realidad oculta el pavor que tiene el docente ante la pregunta del alumno. Cuando el docente se impone, tiene miedo a que le pregunten. Entonces, lo que hay que hacer en realidad es abrir caminos y provocar que del otro lado venga la pregunta, vengan las incertidumbres. Para eso vos tenés que mostrarte abierto también. Por lo tanto, digo, a través de la arquitectura mostrar una visión integral, de oportunidades. Un árbol de cosas que el alumno tiene que buscar. Motivar. No me digas la clásica ‘’ ¿Qué obra puedo ver para hacer esto?’’. ‘’No sé. Buscala y yo te voy a decir qué me parece. ’’ . Lo más fácil es decir ‘’Andá a ver esto que es lo justo para vos. ‘’ Bueno, le achicaste un montón el camino. Le cortaste cuatro o cinco ramas de ese árbol. Y vos qué hiciste en ese momento: demostraste que sabías ante el alumno. Pero siempre vas a saber más que el alumno. Es un tema de edad, nada más. Porque quizás ese chico al que le estás enseñando va a ser mejor arquitecto que vos. Y sí, puede ser. ¿Por qué no puede ser? Sos más viejo, nada más. Sos más grande, tenés más cosas en la cabeza, te acordás más, nada más. Pero enseñale que está el cine, que está la pintura, que está la fotografía. Todo está. Que no tengan miedo a sacar cosas de cualquier lado.
|PC| Sí, además la relación que tiene el cine, toda la escenografía, con lo que es la arquitectura…
|RWA| Bueno, Wenders dice en ‘’El acto de ver’’, quizás de una manera un poco egocéntrica, que él está seguro que sabe más que los urbanistas porque él conoce la ciudad de haberla filmado. Y yo no tengo la menor duda de que es así. Porque vos lo ves en ‘’Paris, Texas’’, por ejemplo. Lo ves en cómo elige los escenarios urbanos para las situaciones humanas. ¿Por qué el tema de la famosa ‘road movie’? ¿Por qué una persona tiene que estar en movimiento cuando, en verdad, está buscando su destino? Y se queda en el hogar cuando encuentra la situación donde anclarse. Entonces, elige la casa, elige la autopista, elige el automóvil en determinados momentos donde eso apoya una situación humana. Eso está fuera de los estilos arquitectónicos. Es una forma casi de sensibilidad.
|PC| ¿Cómo se relaciona todo lo que hacés con el arte? Solés pintar ¿no?
|RWA| Hay vaivenes. Voy y vengo. Tuve una época donde dibujaba y pintaba muchísimo. Y ahora estoy por empezar otra vez, pero porque tengo unos encargues, nada más. Mis socios me pidieron algo, porque dicen que nunca les pinté nada. Me gusta, lo voy a hacer. Me gusta hacerlo, me gusta expresarme a través del dibujo, pero no es lo mío. Porque si no lo estaría haciendo continuamente…
|PC| Aunque en algún momento lo pudiste hacer continuamente…
|RWA| Porque colgás otras cosas. Porque estás en situaciones anímicas diferentes. A mí lo que me pasa con la pintura o con el dibujo es que lo hago en los momentos en que necesito colgar la cabeza y sacarme todo lo que está al costado. Todos tenemos esos momentos que pueden prolongarse en el tiempo o no, ante situaciones particulares y personales. Donde esas situaciones se recomponen, no es lo que hago. A mí me gusta imaginar espacios y escribir. Últimamente lo que más hago es escribir. Escribir sobre las cuestiones de la ciudad, pero también escribir sobre situaciones humanas. Tengo un hermano escritor y eso también me ayudó a motivarme mucho y a alimentarme sobre eso.
|PC| Como la recorrida del café del buffet de la Facultad…
|RWA| Mirá… Yo tengo un hermano más grande, científico, que vive en Canadá. Que nos adoramos, pero bueno, es lógico, la distancia ha hecho que uno trabaje más sobre el que quedó acá, que además es mi mellizo. Y con Mario (el mellizo) lo que sucede es que tenemos una especie de comunión silenciosa, muy grande, que se ha dado con el tiempo, donde desde que competíamos con los libros que leíamos, hasta escuchar la misma música, grabar en forma pirata (porque los viejos no querían que escucháramos determinada música porque ellos escuchaban música clásica) y todo ese tema de indagar qué es lo último que escuchaste…Se ha dado una gran comunión donde nos prestamos críticas sobre las cuestiones que escribimos. Yo empecé desde muy temprano a hacer lo mío, a escribir sobre arquitectura, pero de pronto hoy me complemento con otras cosas que las uso para la arquitectura también. Todo tiene que ver con todo, porque es un problema de sensibilidad que se despierta con una cosa o con otra.
|PC| Yendo un poco a lo que es tu vida cotidiana, ¿cómo es Raúl un día a día? ¿Seguís atado a la arquitectura, la pintura y demás?
|RWA| Bueno, lo primero que te digo es que si yo tuviera un día tipo, me mato. Lo que sí, hay tres o cuatro cosas que uno hace cotidianamente y para eso la casa es importante. La casa no es solamente la casa que yo me pude hacer, o la última morada, como dicen algunos. No quiero ser nefasto ni lúgubre con esto, pero me acuerdo que Curutchet una vez le dijo a Vicente, y eso está en el libro, que a él le gustaba mucho la casa que le había hecho Le Corbusier, pero no era la casa donde él quería morir. Y eso dice muchísimo. La veía como una obra artística pero le era ajena. Yo acá me podría morir tranquilamente, o sea estoy bien. Y ahora vuelvo a tu pregunta, yo tengo muchos escritorios por todos lados. Tengo algunos libros que leo por allá, otros por acá. Jamás estoy leyendo una sola cosa a la vez, sino de acuerdo al lugar donde estoy o el libro que me pongo en el bolso. Casi todas las mañanas yo me levanto muy temprano y me tomo dos horas para leer tranquilo, escuchando música o las noticias, pero sin escucharlas realmente, porque si leés no escuchás, pero la necesito… – La radio es otro tema, siempre, aun casado, siempre escuché y siempre me acompaña. – Después salgo a la facultad o a trabajar al Ministerio. Y en general lo que más hago, desde que vivo acá, es de disponer de tiempo libre para mí. Igual quiero decir una cosa, algo muy importante. Yo sé que es un privilegio, porque puedo comer de lo que estoy haciendo. Hay gente que no puede y tiene que hacer lo que sea. Me niego a decir que la arquitectura, la docencia o el trabajo en el Estudio es un trabajo. Me niego. Es un placer por el cual es increíble que me paguen. En el sentido que cada tantos meses me fijo el recibo de sueldo, sinceramente, porque sé que me alcanza. Pero porque para mí es un enorme placer y yo voy contento. El día que no vaya contento a encontrarme con mis socios para trabajar no voy a seguir trabajando con ellos y ellos seguramente harán lo mismo, no es un problema unilateral. Así, no tuve ningún problema en decirle a la cátedra, a la cual le agradezco todos estos años, que me estaba aburriendo y que necesitaba otro lugar. Un lugar al que ahora adhiero y que, inclusive, va a ser un problema económico porque en la otra cátedra yo era adjunto interino y ahora no lo seré. Es probable que pierda plata. Pero todos tienen que hacer la tarea que hagan de la mejor manera. El hacer arquitectura es un problema de cómo lo hacés más que del producto. De con qué deseo de superación, de estudio, de observación, de sensibilidad sobre el otro. Que vos lo sacás ahí y otros lo sacan en otra cosa. No hay competencia de profesiones. Hay aptitudes que uno tiene que encontrar y manejarlas bien. Seguramente que si no me gusta la arquitectura iré a otra cosa.
|PC| ¿Qué te parece esta idea de cooperativa que tenemos como estudio? ¿Te parece posible en la realidad de hoy o lo ves como una utopía?
|RWA| ¿Cuál es el problema de que sea una utopía?
|PC| Para mí ninguno…
|RWA| Ah, bueno… La utopía tiene que ver con que uno va hacia un horizonte y el tema del horizonte es que cada vez que caminás se va moviendo. Eso es lo interesante, por lo menos te hace andar. Jamás diría que algo puede ser o no ser. Ojalá, ojalá pudiera ser. Depende de las ganas que le pongan. Creo que no está mal, en el sentido de que el estudio de arquitectura como cuestión individual no tiene destino, casi. Me parece bien si se juntan con un determinado objetivo y aunque lo vayan modificando, lo vayan persiguiendo. Y no solamente juntarse porque es la única forma de sobrevivir económicamente, porque eso tiene patas cortas y donde uno se distancie económicamente del otro, se desarma.
Me hicieron acordar de una cosa: nosotros éramos esos 8 en el estudio de estudiantes y fuimos a ver el estudio de Frangella, que en ese momento estaba como de moda y nos encantaba. Y fuimos, le tocamos timbre al estudio que era hermosísimo, una vieja casona. Nos firmó un ejemplar de una ‘Summa’ dedicada a él y nos dijo que la expectativa fuera, aunque él descreía, que siguiéramos los 8 juntos. Y en verdad duró mucho más tiempo ese tema de estar los 8 juntos, porque vivíamos de esa forma, no era solamente un tema económico. Vivíamos en una casona los 8. Nuestros padres y nuestras novias nos iban a visitar ahí. Era un lugar donde comíamos, hacíamos todo lo que había que hacer, en ese lugar. Y fue una experiencia formativa de dejar algo tuyo para dárselo al otro, de compartir. Con esto digo que yo creo que es muy probable que sí sea una experiencia de formación, en la medida en que lo hagan genuinamente. Es obvio que la vida después lo lleva a uno a determinados caminos que pueden o no abrirse. Lo importante es si va a ser formativo o es solamente un agrupamiento de gente…
|cámara| Diego Acosta
|edición| Daniela Squarisi
parte uno VIMEO: https://vimeo.com/139033452
parte dos VIMEO: https://vimeo.com/141274743
parte tres VIMEO: https://vimeo.com/145084000
ping pong VIMEO: https://vimeo.com/156001021